La formación en finanzas, reto para los profesionales del futuro

21 de febrero de 2017

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En el mundo globalizado en que vivimos, la necesidad de disponer de conocimientos sobre el mundo de las finanzas y los mercados de capitales es cada vez mayor. Acontecimientos como la crisis financiera de 2008, que generó fuertes turbulencias en las economías de los países desarrollados,  y  alta volatilidad en  los mercados bursátiles, provocaron también daños que fueron  más allá de lo previsible, a empresas, instituciones, y ahorradores particulares.

Pero no debemos pensar en la formación financiera sólo como una herramienta defensiva. Es, sobre todo, una oportunidad para crecer en muchos ámbitos profesionales dentro y fuera del sector financiero. Así,  los despachos de abogados gestionan cada vez más asuntos relativos al derecho bancario; las compañías de seguros comercializan un creciente número de productos de inversión para sus clientes, que aprovechan oportunidades en los mercados  con la protección que aportan los seguros;  los directores financieros de empresas necesitan conocer bien el entorno de tipos de interés, o del mercado de divisas, para organizar su tesorería de forma eficiente; y así, muchos perfiles profesionales requieren conocimientos y habilidades financieras que antes no eran tan necesarios para su éxito profesional.

Por tanto, conocer el mundo financiero es un valor al alza en el mundo profesional. El entorno económico actual, que se caracteriza por tipos de interés en niveles muy bajos , combinados con un crecimiento sostenido que genera mayores flujos de liquidez para invertir, abre la puerta al asesoramiento financiero.  Porque los inversores necesitan asumir mayor nivel de riesgo para obtener rendimientos óptimos superiores a la inflación.

En el caso de España, la nueva normativa Mifid II, que entra en vigor en enero de 2018, define las funciones y la aportación de valor de los asesores financieros, y prevé una serie de condiciones para garantizar que su trabajo se realiza con los criterios de máxima protección al inversor, transparencia, independencia, y alta calidad en el servicio.

La primera de estas exigencias es disponer de un certificado que acredite un nivel de conocimientos y habilidades suficientes para generar credibilidad y tranquilidad en el cliente. Este certificado lo expide EFPA, una entidad independiente y de ámbito europeo dedicada al fomento de la planificación financiera.

Las funciones del asesor financiero son

  • Responsabilizarse de ayudar a su cliente en la toma de decisiones, identificando y controlando los riesgos de su cartera, y seleccionando los activos y su distribución porcentual en cada momento. Todo ello, a medida del perfil y circunstancias de cada inversor.
  • Conocer en profundidad toda la información sobre los productos, el entorno de mercados, y el perfil del cliente: su nivel de tolerancia al riesgo, sus preferencias de inversión, sus necesidades a corto y largo plazo (jubilación holgada) y sus hábitos como inversor.
  • Esta información deberá gestionarla el asesor con el apoyo de herramientas tecnológicas que le faciliten una visión global tanto de sus clientes como del entorno económico y de mercados.

Adicionalmente,  Mifid II crea dos modelos de asesoramiento que se adaptan a las necesidades del cliente.

  • Asesoramiento independiente. El cliente recibirá un servicio de asesoramiento personalizado por el que abonará un fee o comisión recurrente, único ingreso para el distribuidor. Se eliminarán por tanto las retrocesiones que los fabricantes de producto le pagan por cada venta. Con ello, el asesor deberá demostrar al cliente que su servicio es realmente de valor, independiente, y enfocado al 100% en sus intereses financieros, ya que pagará por él más dinero que en la actualidad. 
  • Asesoramiento no independiente. El distribuidor podrá cobrar retrocesiones, pero sólo por la venta de un número limitado de productos. El cliente sabrá qué comisión cobra el asesor cada vez que compra un producto. Además, la norma obligará al distribuidor a utilizar esos ingresos para mejorar la calidad de servicio. Por tanto, el asesor también tendrá que demostrar al cliente que le aporta valor, si quiere evitar que opte por otros modelos o plataformas de compra directa.   

En conclusión, el reto de acrecentar la formación en finanzas es grande, tanto para los profesionales del sector financiero como de otros sectores. Más si cabe en el  entorno actual de cambios legislativos, tecnológicos, y nuevas tendencias en el mundo de la inversión. 

 

Manuel Sánchez

Director Académico del Máster en Asesoramiento Financiero Europeo

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